PABLO PICO RADA / 7 de febrero 2012
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Imagen: Adri021 |
1.- Elaborar un presupuesto
Si se quieren evitar los
recargos por morosidad en los pagos de las facturas,
es necesario llevar un control exhaustivo de las mismas. También conviene
calcular cuánto dinero se precisa cada mes, mediante el registro de los gastos y
la proporción de los ingresos que deben dedicarse a ello.Hay multitud de formas
de llevar a cabo ese registro, ya sea con archivadores, programas
informáticos u hojas de cálculo como Excel o mediante un cuaderno en el
que se anoten todas y cada una de las partidas. Asimismo, es conveniente
agruparlas. En este caso, hay que distinguir entre facturas de electricidad,
gas, agua,
teléfono, Internet... para asegurar el máximo control posible.
2.- Ajustarse a la mejor oferta
Hay que ajustar las
facturas lo máximo posible a las necesidades. Es posible ahorrar energía
(lo cual además repercute en el medio ambiente) y reducir las facturas. Hay
diversas opciones para buscar las mejores ofertas, sobre todo en Internet, y
varias páginas web que permiten comparar las ofertas de las distintas compañías
suministradoras. Es el caso de la página de la CNE (Comisión Nacional de la
Energía).
3.- Comprobar las fechas de vencimiento Instituciones públicas, como el IDAE (Instituto para la Diversificación y
Ahorro de la Energía), así como compañías privadas, como Endesa, Iberdrola o
Gas Natural, permiten calcular el gasto en energía y explican gratuitamente
cómo reducirlo, con distintos planes
de ahorro. Además, se deben revisar los contadores, e intentar estar
presente en el momento de su lectura, y confirmar si el consumo reflejado en
las facturas corresponde con el real, frente a los consumos estimados.
Es imprescindible conocer
de forma precisa los plazos de cada una de las facturas. Se deben
anotar esas fechas y las cuantías exactas en una agenda o calendario, de tal
forma que el control de los gastos quede recogido para poder adecuar el
presupuesto.
Conviene establecer unos
días concretos para llevar a cabo un seguimiento actualizado y constante.
4.- Domiciliar los recibos
Una manera aconsejable de
evitar posibles descuidos, retrasos, pérdidas de facturas o los inconvenientes de
acudir a una entidad financiera a realizar cada pago consiste en domiciliar los
recibos en una cuenta bancaria.
Puede reservarse cada mes
un porcentaje concreto del sueldo o
de los ingresos totales en una cuenta específica para las facturas, según los
importes medios y fechas de vencimiento. De este modo, en esa cuenta siempre
habrá una cantidad disponible para hacer frente a los pagos y así evitar
posibles retrasos y sus consiguientes recargos.
También puede indicarse a
la entidad el día concreto que conviene realizar el pago de cada recibo,
siempre que no se incurra en retrasos, ya que hay un margen de unos 20 días
desde que se emiten las facturas. Así pueden evitarse coincidencias en el pago
de varios recibos al mismo tiempo.
5.- Seguimiento de las cuentas
Es sencillo comprobar el
estado de las cuentas con unas rutinas de control, si se fijan unos días o
momentos concretos a tal efecto. Al domiciliar los recibos, el control de las
cuentas es más sencillo y eficiente a través de Internet.
6.- Guardar los recibos de los pagos
Las entidades financieras
facilitan la consulta del saldo y de los distintos movimientos (recargos o
depósitos) de la cuenta de forma segura con unas claves y contraseñas
personales de acceso on line restringido. Cada entidad las facilita de forma
individual en sus distintas oficinas.
Una vez que se ha
ejecutado el pago de las facturas, debe anotarse y se debe guardar una copia.
Ya sea el recibo on line (puede guardarse en el ordenador como un archivo en
formato PDF) o el recibo en papel que facilita la entidad en la oficina
correspondiente. Conviene conservarlo en un archivador, junto con el resto de
los pagos realizados, y anotarlo en la agenda.
De esta forma, ante
posibles errores en la tramitación por parte de la entidad, de cara a elaborar
un plan financiero o un presupuesto, o bien para la declaración de la renta,
siempre estarán disponibles para su utilización. Además, los registros
aseguran una mayor disciplina de ahorro.
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