PABLO PICO RADA / 1 de septiembre de 2011
http://www.consumer.es/web/es/economia_domestica/sociedad-y-consumo/2011/09/01/202575.php
Los excesos de las
vacaciones estivales, sumados a los gastos inherentes a la vuelta al trabajo y
el regreso al cole, pueden mermar y constreñir el presupuesto familiar. En
algunos casos, es probable que una vez concluido el periodo de asueto haya que
hacer frente a las deudas contraídas en vacaciones. Para sortear esta situación
y evitar desembolsos superfluos, resulta conveniente planificarse.
En una reciente encuesta
del instituto de estudios de mercado Ipsos, se indica que los españoles
gastarán en las vacaciones de este año cerca de 1.800 euros de media (90 euros
menos que en 2010). Inmersos en una crisis cuyo fin no parece cercano,
cualquier medida de ahorro es un desahogo para la economía familiar. Esta se
encuentra además muy mermada, no solo ante la falta de ingresos por la
desorbitada tasa de paro actual (superior al 20%), sino por su notable
endeudamiento. Tal y como refleja un reciente informe del Banco de España, la
deuda de las familias volvió a aumentar en junio hasta situarse en 886.963
millones de euros.
Para que la cuesta de
septiembre se haga menos empinada, pueden ponerse en marcha una serie de
fórmulas:
1. Elaborar
un presupuesto: tanto
contabilizar los ingresos como descontar los pagos fijos es la primera de
las medidas aconsejables para conocer y valorar las posibilidades y
margen de maniobra. A ello se deberían añadir las previsiones de gastos y
desembolsos no habituales. Así se consigue una aproximación lo más exacta
posible a la cantidad de dinero de la que se dispone.
2. Identificar
los desembolsos innecesarios: conviene suprimir ciertos hábitos o sustituirlos por otros más
baratos. Llevar un termo con café de casa, en vez de comprarlo en la
cafetería, puede suponer un ahorro cercano a 25 euros mensuales, una
cantidad que se multiplica de forma exponencial si se sustituye el menú
diario por un táper (a unos 10 euros de media, al cabo del mes el gasto
superaría los 200 euros).
3. Aprovechar
los descuentos, rebajas u ofertas y comparar precios: se debe buscar el ahorro, aunque en un
principio parezca mínimo, tanto en alimentación como en energía
(transporte, electricidad, gas...) o teléfono (comparar compañías, buscar
mejores tarifas, limitar el uso..). Y, por supuesto, en la equipación
para la vuelta al cole, ya que solo los gastos del comienzo de curso
rondan, según diversos estudios, 800 euros de media por estudiante. A
largo plazo, pequeños recortes suponen una suma considerable.
Comparar precios en
distintos establecimientos es la mejor forma de encarar una compra y obtener la
mejor oferta.
4. Posponer
los gastos más elevados: después de los excesos de la época estival, encarar un desembolso
importante puede no ser lo más aconsejable, ya que es factible que
hayamos agotado gran parte del presupuesto en estos meses y lo que menos
interesa es ahondar en el endeudamiento familiar.
En vez de recurrir al
crédito mediante el uso de tarjetas (en estos momentos, dada la crisis de
liquidez bancaria, resulta muy difícil obtener un crédito personal, con unos
intereses prohibitivos), que profundizará en el gasto debido a los intereses de
las mismas, sería recomendable esperar unos meses y ahorrar en la medida de lo
posible para acometer la compra de un nuevo coche, televisor, mueble u
ordenador.
5. Controlar
el gasto en ocio:
el verano es una época proclive al derroche en este tipo de actividades,
ya sea con el consumo en terrazas, bares de copas, excursiones, viajes,
conciertos, eventos o espectáculos. Una vez pasado el periodo vacacional,
controlar estos dispendios resulta muy recomendable para encarar con
garantías el último trimestre del año. Además, las ofertas en ocio varían
de manera considerable en función del día. Tanto en el teatro como en el
cine, los días del espectador suponen una rebaja que puede alcanzar hasta
el 40%.
6. Buscar
actividades alternativas: hay múltiples actividades que podemos sustituir por otras más económicas.
Si bien en algunos casos no serán idénticas las prestaciones de una y
otra, durante un periodo limitado pueden funcionar para recortar nuestros
gastos. Cambiar la cuota del gimnasio por salir a correr al aire libre o
practicar deporte con amigos o compañeros de trabajo supone un importante
ahorro, no solo por el gasto mensual o anual, sino también por el gasto
de inscripción que exigen estos centros.
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